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Veterinarios de México cuentan experiencias en el norte

Incluso cuando se gradúa de una escuela acreditada en los Estados Unidos, inmigrar no es fácil

Published: July 27, 2022
By Edie Lau and Steve Fisher

Foto cortesía del Dr. Benjamín Macuil-Rojas
Aquí durante sus días de estudios en la Universidad Nacional Autónoma de México, el Dr. Benjamín Macuil-Rojas sostiene suavemente una lechuza común que atendió en el hospital aviar, uno de los múltiples hospitales veterinarios en el recinto de la ciudad de México.

Segunda de tres partes
This article was originally published in English

Recostado en su cama, aburrido, una tarde en 2017, el Dr. Benjamín Macuil-Rojas miró distraídamente su teléfono. El licenciado en veterinaria acababa de terminar una maestría en medicina regenerativa y terapia celular en la Universidad Nacional Autónoma de México en la ciudad de México. Entre trabajos y sin nada más que hacer, revisó listas de LinkedIn.

Hizo una pausa en un anuncio para un puesto en Nuevo México en el Hospital de Animales Banfield, una cadena grande de consultorios veterinarias con sede en los Estados Unidos. Eh, pensó, ¿por qué no solicitar? ¿Qué tengo que perder?

Aunque las células madre lo fascinaban, la vida de investigación no. Hijo de un cardiólogo pediátrico, Macuil-Rojas quería volver a ejercer en clínica. Como estudiante, pasó cuatro meses en los Estados Unidos en dos pasantías. Mudarse por un puesto de tiempo completo podría ser interesante.

Tres días después de solicitar, Banfield llamó. Siguieron las entrevistas. Luego vino una oferta de trabajo en Phoenix, Arizona.

A diferencia de cualquier otra escuela de veterinaria en Latinoamérica, el programa de la UNAM, la principal universidad pública de la nación, está acreditada por el Consejo de Educación de la Asociación Americana de Medicina Veterinaria. La UNAM obtuvo ese estatus en 2011, el mismo año en que se graduó Macuil-Rojas. Macuil-Rojas sabía que ir a un programa acreditado por AVMA le abrió la puerta para trabajar en los Estados Unidos, pero abrir esa puerta y entrar era otro asunto.

Primero estaba la cuestión de aprobar el examen de licencia veterinaria de Norteamérica, que se requiere para cualquier persona que desee ejercer en los Estados Unidos o Canadá. El examen se administra dos veces al año en varios lugares por todo el mundo. Debido a que habían pasado seis años desde que terminó el programa de licenciatura en veterinaria, Macuil-Rojas necesitaba repasar. También necesitaba ahorrar dinero para pagar la cuota del examen de más de US$1,000, equivalente a los ingresos de dos meses y medio que ganaba cuando trabajaba como profesional en México.

Pensó: "Si lo apruebo, perfecto. Si no lo apruebo, no lo volveré a hacer. No quiero gastar dinero".

Macuil-Rojas estudió durante seis meses. (La compañía estaba dispuesta a esperar, una señal de su continua necesidad de médicos). Cuando terminó el examen de seis horas y media, no tenía idea de cómo le había ido. Después de lo que pareciera una espera interminable, recibió un correo electrónico con la feliz noticia de que había aprobado el examen.

En breve

Un papeleo tremendo pronto opacó ese alivio. Necesitaba documentos, incluido su certificado de nacimiento, para ser traducidos y notariados. Debido a que había pocos notarios disponibles con fluidez en inglés, condujo cinco horas desde su casa en León hasta la embajada de los Estados Unidos en la ciudad de México para encargarse del asunto.

Once meses después de que le ofrecieran el trabajo, en julio de 2018, Macuil-Rojas se dirigió a los Estados Unidos con una visa TN en mano. Con él estaban su pareja, cuatro perros, y cinco gatos. Su madre, su hermana, y su cuñado llevaron el grupo al norte hasta Chihuahua, donde los emigrantes se trasladaron a un servicio de camiones que los llevó 230 millas y cruzó la frontera hasta El Paso, Texas. Allí alquilaron otro vehículo para terminar el viaje a Arizona.

Con el estrés amplificado por la preocupación por las mascotas (que estaban bien), Macuil-Rojas dijo sobre el arduo viaje: "¡Nunca quiero repetir eso!"

Y su calvario no había acabado.

Los recién llegados arribaron a Phoenix sin un lugar donde vivir. Además, "Nadie me alquilaría porque no tenía historial crediticio [en los Estados Unidos]", descubrió Macuil-Rojas. Después de encontrar un arrendador de confianza, surgió el mismo problema al instalar el servicio de electricidad, internet, y teléfono.

"Los primeros dos meses que estuve aquí, me volvía loco todos los días", dijo en una entrevista por video, con los ojos muy abiertos y las manos agitando el recuerdo. "Me mudo a Arizona a mediados de julio y el aire acondicionado se descompone. Pensé: '¿Es esto una señal? ¿Debería volver a casa' "?

También se dio cuenta de que necesitaba un auto "porque el transporte público en Arizona no sirve". Sus primeros viajes al supermercado fueron a pie con un calor de 110 grados Fahrenheit.

Macuil-Rojas no pudo comenzar a trabajar de inmediato porque no tenía un número de Seguro Social. Al presentar la solicitud, le dijeron que necesitaba una copia original de su certificado de nacimiento en lugar del documento que había conseguido en México. Su madre y FedEx llegaron al rescate. Afortunadamente, la solicitud que volvió a enviar se procesó en tres días en lugar de las dos semanas que le habían dicho que esperara.

Por fin pudo trabajar. La clínica a la que lo enviaron para recibir capacitación estaba demasiado lejos para caminar, así que llamó a un Uber, que le costaba US$30. La perspectiva de un gasto diario de US$60 en el viaje al trabajo generó más ansiedad, pero en otro momento de buena fortuna, resultó que su nuevo mentor vivía cerca de él. Macuil-Rojas pudo ir con él por el resto de su entrenamiento de un mes. Al terminar el mes, recibió un bono de US$25,000 por firmar un contrato (US$16,000 después de impuestos), lo que le proporcionó el dinero en efectivo necesario para comprar un automóvil.

A partir de ahí, su vida mejoró. Aproximadamente un año después, Macuil-Rojas fue ascendido a jefe de personal del hospital. "Fue bueno sentirse reconocido", dijo.

Descubrió que su presencia como hispanohablante que entendía la cultura latinoamericana atrajo nuevos clientes de un historial similar. "Una cosa que noté ... es cuántas personas no van al veterinario porque no hay nadie que les hable en español", dijo. "Entonces, cuando supieron que estaba allí, muchas personas [vinieron] ... solo porque hablo español. Y no es solo el idioma. Es entender de dónde vienen culturalmente".

Por ejemplo, la castración de perros no es un hecho en Latinoamérica. "Probablemente sea una cosa de machos", explicó Macuil-Rojas. Él cree que un médico que entiende eso es menos apto de juzgar la actitud y más dispuesto a explicar las razones médicas para la castración.

Una de sus primeras responsabilidades como jefe de personal fue capacitar a una nueva empleada recién graduado de la Universidad Midwestern en Glendale, un suburbio de Phoenix. A pesar de todo lo que había logrado, Macuil-Rojas se sintió intimidado y se preguntó qué podría enseñarle a una doctora educada en los Estados Unidos.

"Sentí que mi educación no estaba a la altura de las personas que empezaron aquí en los Estados Unidos", dijo. Aunque no ha pasado nada en su carrera que deje esa impresión, había asimilado un sentimiento de inferioridad.

"Y luego llegó esta nueva graduada y, por supuesto, es extremadamente inteligente y es una muy buena doctora, pero no tenía la confianza que obtienes con los años", dijo. ... "Fue en ese momento que me di cuenta que estoy completamente preparado para hacer esto. Solo soy yo deteniéndome a mí mismo".

Pensando profundamente, agregó: "Fue un gran reconocimiento para mí... Me hizo sentir bien con mi escuela y todo lo demás".

Recién llegado convertido en reclutador

Más de una década antes, Banfield abogó por la UNAM durante el esfuerzo de acreditación AVMA de la escuela. Sus ejecutivos dijeron en ese momento que esperaban contratar graduados para trabajos en los Estados Unidos para aumentar la cantidad de hispanohablantes en su fuerza laboral. Sin embargo, Macuil-Rojas conoce a muy pocos exalumnos que trabajan para la empresa de 3,600 veterinarios: puede contar el número con una mano. Le gustaría cambiar eso.

Hoy, como jefe de personal para cinco consultorios en Arizona y un líder en ascenso en la empresa en temas de diversidad, se está acercando a los estudiantes en su alma mater y en otras partes de Latinoamérica para informarles sobre las oportunidades de empleo en los Estados Unidos y, si desean emigrar, para apoyar su transición. Su objetivo es evitarle a sus colegas su experiencia agotadora.

Macuil-Rojas dijo que dio una presentación por internet a principios de junio en un auditorio de la UNAM al que llegaron unos 40 estudiantes. Un número similar escuchó en línea. La charla fue grabada, publicada en el sitio web de la facultad y promocionada en Facebook. Desde entonces, Macuil-Rojas ha recibido correos electrónicos de una docena de estudiantes y veterinarios que desean saber más.

También está tratando de elevar el perfil de la presencia de Banfield en México. Calcula que el 90% de sus compañeros en la compañía desconocen que su empleador tiene una clínica de animales de compañía en la ciudad de México, en el recinto de la UNAM. (No se menciona en la página titulada sobre nosotros del sitio web de la compañía). Durante los últimos seis meses, él y otros en la compañía han estado trabajando para fortalecer los lazos en México, preguntando: "¿Cómo podemos tener más comunicaciones? ¿Cómo podemos traer a sus médicos de los que quieren trabajar aquí?"

No está claro por qué esas líneas de comunicación no se establecieron hace años. El Dr. Scott Campbell, el presidente de Banfield bajo cuyo liderazgo se abrió la clínica en la ciudad de México, renunció en 2007, cuatro años antes de que la UNAM obtuviera la acreditación. Macuil-Rosas dijo que cree que aunque algunos ejecutivos permanecieron interesados en cultivar la relación, el trabajo esencial de construir una red de apoyo no se logró.

Respondiendo a una pregunta del Servicio de Noticias VIN, un portavoz de Banfield dio una breve declaración:

"El Hospital de Animales Banfield ofrece patrocinio de visas y sólidos recursos de reubicación a los graduados de la UNAM que obtienen una licencia veterinaria estatal de Estados Unidos y desean comenzar su carrera en medicina de animales de compañía en una de nuestros 1,000 hospitales por todo el país. Banfield continua buscando nuevas maneras cómo la consultoría pueda brindar apoyo adicional a los estudiantes y graduados de la UNAM que se están preparando para obtener la licencia estatal de Estados Unidos.

"Desde [su] apertura en 2005, estamos orgullosos del impacto que el hospital de Banfield en la ciudad de México continúa teniendo al ayudar a los estudiantes de la UNAM a recibir capacitación práctica de clínica mientras brindan a los animales locales la atención médica que necesitan".

Sintiéndose bienvenido

Fotos cortesía de Dr. Andrea Murrieta
Un hombre transgénero, Dr. Andrea Murrieta asistió a la escuela antes de su transición (izquierda). Después de mudarse a los Estados Unidos, se sintió lo suficientemente seguro y aceptado como para salir del clóset (derecha).

Incluso antes de que Macuil-Rojas comenzara formalmente a reclutar veterinarios de Latinoamérica, sirvió como conducto para Banfield en busca de talento. Poco después de establecerse en Arizona, se enteró de que una amistad y miembro de la generación del 2013 en la UNAM, Dr. Andrea Murrieta, estaba haciendo una pasantía en animales pequeños en la Universidad Midwestern en las cercanías de Glendale. Los dos se reconectaron.

Ahora Murrieta también trabaja para Banfield.

Consultoría a nivel internacional fue algo que le interesó a Murrieta desde que era joven viendo programas en los canales Discovery y Animal Planet. "Hubo algunas presentaciones de veterinarios allí", recordó, "y yo decía, ¡Dios mío, quiero hacer eso!"

Algunos de los veterinarios que admiraba en la televisión eran británicos, lo que lo llevó a considerar solicitar a la escuela de veterinaria en el Reino Unido. Pero la matrícula casi nula para los ciudadanos mexicanos que van a la UNAM era demasiado buena para dejarla pasar. "Sentí que siempre puedo, después de graduarme, descubrir cómo puedo ir y ejercer en otro lugar", dijo.

Durante un turno de dos semanas en la clínica del recinto universitario de Banfield cuando era estudiante, Murrieta se enteró de que la empresa tiene lugares en todo Estados Unidos. Interesado, preguntó sobre las perspectivas de empleo. La respuesta fue evasiva. "No me dieron respuesta", recordó.

En su experiencia desde entonces, Banfield apoya a los candidatos de la UNAM a puestos de trabajo una vez que hayan aprobado el NAVLE. Considera que eso tiene sentido. "Entiendo que es un riesgo para ellos porque ¿y si no apruebas? Una vez que apruebas, ofrecen un bono de reubicación y un bono de contratación, lo cual es bastante bueno, especialmente viniendo de una escuela que era gratuita y no tienes ninguna deuda [educativa]", dijo Murrieta.

Mientras hacía su pasantía en Arizona, se entrevistó en una variedad de hospitales. Eligió Banfield en parte porque le resultaba familiar. Además, dijo, "Sentí que los beneficios eran mejores. Incluso el salario era un poco mejor. Y el hecho de que te ayudan con la visa de trabajo también". Su condición de gran corporación le da una sensación de seguridad económica.

También ha adquirido un sentido de seguridad más personal: ser él mismo. Murrieta es un hombre transgénero. No expresó su identidad en México, un país profundamente católico con una inclinación generalmente conservadora. "Fue solo cuando comencé a trabajar en Banfield que me sentí seguro y cómodo para comenzar mi transición", dijo. "Banfield me ha brindado todo el apoyo, y son muy buenos con la diversidad”.

Sintiendo más respeto por la profesión

Foto cortesía de la Dra. Mayra Fortozo
Antes de mudarse a Canadá el año pasado, la Dra. Mayra Fortozo consideró mudarse a Texas porque tiene una población considerable de habla hispana y estaría más cerca de su familia en México. Pero tratar de entender los requisitos de inmigración de los Estados Unidos fue desalentador. "Tienes que contratar a un abogado", dijo. "No está diseñado para que una persona normal lo lea y lo entienda".

La Dra. Mayra Fortozo es una exalumna de la UNAM que cambió su propio consultorio en la ciudad de México por un trabajo como asociada en Toronto el otoño pasado. Siente un mayor respeto por su profesión en su nuevo hogar. Ciertamente, a los veterinarios se les paga sustancialmente mejor.

El Dr. Rodrigo Cedillo Flores, graduado de la UNAM en 2018 que ejerce en Halifax, Nueva Escocia, calificó las condiciones laborales en México como "pésimas" en comparación con las de Canadá. Los médicos generalistas en México trabajan un promedio de 50 horas a la semana, dijo, por un ingreso de US$300 a US$500 mensuales en las grandes ciudades. "Los viejos consultorios no dan cobertura de salud ni siquiera un contrato de trabajo, y la competencia es brutal", agregó. Según su experiencia, a los nuevos veterinarios en Canadá se les paga alrededor de CA$80,000 (US$62,000) anuales y trabajan 40 horas a la semana. "He notado que los médicos con años de experiencia trabajan medio tiempo", agregó.

Al mismo tiempo, el costo de vida en Canadá es mucho más alto que en México, señaló Fortozo, al igual que el costo de la atención veterinaria. "Realmente es difícil hacer una comparación precisa porque las economías son muy diferentes..." dijo. "Sin embargo, creo que en México, lamentablemente, los veterinarios están mal pagados".

Una de las frustraciones de Fortozo de ejercer en México fue que, aunque había estudiado dos años más para especializarse en medicina y cirugía canina y felina, los dueños de mascotas no valoraban su experiencia. "No pude cobrar más por mis conocimientos en comparación con aquellos que nunca se habían metido en una especialidad", dijo.

Además, dijo, México no cuenta con una autoridad de licencias que evalúe continuamente la calidad de los profesionales. "Tan pronto como terminas la universidad y obtienes tu título, obtienes tu licencia, procesado por el gobierno, y puedes comenzar a ejercer sin restricciones. Nunca se renueva ni se controla”, dijo Fortozo. "Aquí [en Canadá], el proceso de obtención de licencias es difícil. Entonces, si llegas al punto de obtener una licencia y llamarse veterinario, significa que has aprobado muchos exámenes después de graduarse".

Aprendiendo la jerga, apoyando a los compañeros

Foto cortesía de la Dra. Patricia Rosas
Apasionada por los insectos, la Dra. Patricia Rosas trabajó en medicina apícola en México antes de mudarse a Canadá en busca de mayores oportunidades.

La Dra. Patricia Rosas, graduada de la UNAM en 2016 que trabaja en Alberta, Canadá, también se sintió limitada por las oportunidades profesionales en México. Cuando era estudiante, se enamoró de la medicina de las abejas, un sector importante y potencialmente lucrativo en un país que se encuentra entre los principales productores de miel del mundo.

Rosas se inscribió en la UNAM poco antes de que el programa obtuviera la acreditación de los Estados Unidos. Ella era indiferente a las noticias del logro. "Pensé, '¿Qué importa? Voy a trabajar aquí con las abejas en México'."

Sin embargo, después de graduarse, a Rosas le resultó difícil entrar al sector, dijo: "Realmente está dominado por hombres".

La práctica generalista era menos atractiva, debido a su menor potencial de ingresos. "La gente está acostumbrada a no tener que pagar mucho por los servicios médicos por sí mismos, por lo que no lo hacen por sus mascotas", dijo Rosas, y explicó que "los servicios médicos en México son gratuitos”.

Aún así, Rosas no pensó en ejercer internacionalmente hasta que su hermano, un ingeniero geológico de la industria petrolera en Alberta, sugirió: "¿Por qué no vienes a Canadá? Tienes [habilidades] en inglés. Tienes la acreditación".

"¡Oh sí!" Rosas respondió. "Yo tengo eso".

Entonces, en el verano de 2019, comenzó a enviar su currículum a los empleadores veterinarios en Alberta. Las ofertas de trabajo siguieron en una semana. Para septiembre, se había mudado a Canadá.

Como aún no había tomado el NAVLE, Rosas trabajó al principio como recepcionista de una clínica, luego como asistente veterinaria con crecientes responsabilidades.

Aunque Rosas habla inglés con fluidez, tenía que aprender la jerga. "No sabía todas las palabras para Q-tip o Band-Aid", relató. "Los medicamentos son diferentes, las marcas son diferentes. Algunos medicamentos que solía usar en México no están aprobados en Canadá. Las enfermedades son diferentes. De lo que se [enferman] en México no pasa aquí porque el clima es diferente".

Una vez que aprobó el NAVLE, en el verano de 2020, y obtuvo su licencia veterinaria, Rosas fue a un consultorio diferente para comenzar de nuevo. Donde trabajaba antes, "todos me conocían como técnica veterinaria o cualquier otra cosa, pero no la veterinaria", dijo. "Así que dije: 'Muchas gracias, aprendí mucho ... pero necesito [estar] en algún lugar que me vea como una veterinaria'."

Foto cortesía del Dr. Rodrigo Cedillo Flores
De pie junto a una pared de azulejos que representan escenas de la historia de Don Quijote, el Dr. Rodrigo Cedillo Flores celebra su graduación en 2018 de la facultad de veterinaria de la UNAM. Sostiene una bufanda que le regalaron amigos de la Universidad de Purdue, donde realizó una pasantía el año anterior. Muchos graduados de la UNAM que trabajan en el extranjero primero trabajan fuera de México a través de períodos de capacitación en otros países.

Cuando planeó tomar el NAVLE, Rosas se unió a un grupo de chat de otros mexicanos y mexicanas que estudiaban para el examen. De siete en el grupo, hasta ahora cuatro han aprobado. Permanecen en el grupo para apoyar y animar al resto.

Flores, el graduado de la UNAM en Halifax, habiendo llegado allí en octubre, sirve de manera similar como un recurso para otros que están considerando el ejercer a nivel internacional. "No he estado en Canadá durante un período prolongado. Aún así, desde el primer día, los estudiantes están en contacto para obtener algunas instrucciones sobre cómo prepararse para el NAVLE, y estoy dispuesto a hacerlo", dijo. "Cualquier consejo útil que pueda darles, lo haré".

Consiguió su trabajo a través de redes informales. Un compañero de clase había compartido un seminario en Facebook sobre "trabajar en Canadá". Eso fue en abril de 2021. Tomó el NAVLE en mayo y firmó un contrato de trabajo un mes después.

Flores dijo que conoce al menos a cinco compañeros de clase que se mudaron a Canadá en 2021. También conoce a compañeros que ejercen en los Estados Unidos, Ecuador, y Francia.

'Ella va a ser una estrella'

Cuando la UNAM buscaba la acreditación en los Estados Unidos, el Dr. Brian Speer, propietario en California de un consultorio especializado en aves, estaba escéptico. En una reciente entrevista, recordó haber pensado: "Dios mío, ¿va a ser esto algo acelerado, con ciencia defectuosa y deterioro de algunos de los componentes clave de una buena atención médica?"

Speer había ido a la UNAM como profesor invitado antes de que se acreditara su facultad de veterinaria. Le dijo a Noticias VIN en 2010 que el programa lo dejó con una buena impresión; que los profesores y los estudiantes estaban "apasionados por subir los estándares de atención".

Foto cortesía de la Dra. Vanessa Hernández
La Dra. Vanessa Hernández, una gallina Sebright en su hombro, es pasante en el Centro Médico de Aves en el norte de California. La graduada de la UNAM en 2011 dice que la acreditación de su facultad en los Estados Unidos provocó cambios en el plan de estudios que le permitieron concentrarse en su animal favorito en lugar de requerir aprender sobre una variedad de especies. "Estaba segura de que nunca iba a estudiar borregos", dijo.

Aún así, dijo en ese momento: "Hay trabajo por hacer allí. Lo que me llamó la atención fue el enorme letrero de Banfield y las matices corporativas. Por supuesto", agregó, "eso también está ocurriendo en las escuelas de Estados Unidos”.

El conocimiento de Speer sobre la UNAM se limitó a esa única visita hasta el otoño de 2020, cuando contrató a una pasante de la generación de 2011, la Dra. Vanessa Hernández. Hernández, que cursaba una maestría en ciencias aviares en la UNAM luego de sus estudios universitarios, había estado previamente algunas semanas como pasante en el consultorio de Speer.

El consultorio a menudo recibe a colegas de visita de otros países, dijo Speer, pero Hernández es la primera empleada del extranjero. "Es un desafío lograr que pasen: aprobar los exámenes nacionales y luego obtener una licencia en el estado", descubrió. "Son muchos más obstáculos de los que yo estaba acostumbrado".

La otra cosa que aprendió Speer es que, al menos en su experiencia con Hernández, la educación que brinda la UNAM es sólida.

Por su parte, Hernández atribuye a la acreditación la apertura de nuevos mundos de estudio. En lugar de tener que aprender sobre una variedad de especies, desde ovejas hasta caballos, gatos, y perros, Hernández dijo que rápidamente podría encontrar al animal que más amaba.

"Fanáticamente orientada a las aves" es como Speer describe a Hernández, con "la personalidad y el deseo correcto. Ella va a ser una estrella", dijo entusiasmado.

Al seleccionar a los candidatos para las pasantías, Speer dijo que mientras su comprensión básica de la ciencia médica sea sólida, lo que más le importa son sus cualidades intrínsecas: "auto-liderazgo, pasión, e impulso".

"Esas cosas", dijo, "no se aprenden en ninguna universidad".

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